El lenguaje es una construcción social y por ello no solo se basa en la dimensión lingüística sino también sociológica, antropológica, psicológica, entre otras disciplinas humanísticas. Por lo tanto, su estudio en el caso de una segunda lengua no se debería centrar en la gramática, sino más bien en el uso final del lenguaje, que es el de la comunicación e interacción.
El aprendizaje de una segunda lengua puede darse a través de fórmulas gramaticales estructurales pero el resultado final podría perderse o desvanecerse fácilmente, a diferencia si la concentración del aprendizaje fuera en la función comunicativa de la segunda lengua. De esta manera, no solo se aprendería a usarla sino también a vivirla.
En la enseñanza de una lengua extranjera es importante también el contexto donde se está aprendiendo. En el caso de Italia, su similitud al español puede presentar una cierta facilidad y este es el peligro al que debe estar atento el profesor para que la enseñanza sea adecuada y el español no termine siendo un “italiano españolizado”.
El uso del método inductivo para llegar a la regla en lugar de empezar desde ésta me parece muy útil a la hora de aprender un idioma con el objetivo de poder usarlo y vivirlo. Lo contrario sería un simple ejercicio mecánico iniciando a memorizar y repetir reglas y temas descontextualizados con el riesgo de perder el objetivo final de adquirir una competencia general y no solo gramatical u ortográfica.
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